lunes, 2 de abril de 2012

Ante la huelga general del 29 de Marzo de 2012, la necesidad de una comprensión política (Trabajadores por el SOCIALISMO MUNDIAL)

La huelga general del 29 de Marzo se produce en un contexto de brutales ataques a las condiciones de vida y las limitadas conquistas sociales logradas por años de luchas obreras, tanto a nivel nacional como europeo o internacional. Llevamos cinco años ya de crisis y cualquier anuncio de “brotes verdes” no ha sido sino un mero espejismo. A nivel nacional los ataques del Mariano-PP tanto desde el gobierno central, como desde las autonomías, no son un monopolio de la derecha; fueron precedidos por ataques históricos por parte del “obrero” gobierno del ZP-Alfredo-PSOE. Nos enfrentamos a una reforma laboral que supone un salvaje abaratamiento del despido y un aumento de la precarización, subida generalizada de impuestos (IRPF, IBI, y todo tipo), más de 5 millones de desempleados, ataques a los salarios de los empleados públicos, despidos de miles de contratados e interinos, recortes y degradación en servicios públicos esenciales como la educación o la sanidad. A nivel de Europa vemos un cortejo de recortes, comenzando por Grecia, con la amenaza de extensión a los países más potentes de la zona Euro caso de que el sistema europeo entre en fallida, urdidos todos ellos por el conglomerado financiero-estatal de la Unión Europea. Tampoco se libran los USA donde se baten records históricos de pobreza y el número de personas sin hogar o sin seguro médico

Es en el contexto de la reforma laboral del PP, en el cual los sindicatos mayoritarios (UGT y CCOO) han declarado una huelga general a la que se han adherido otros minoritarios (CNT, CGT, SOC, STEs …). Sin negar el oportunismo de unos sindicatos “del régimen”, cuyos dirigentes han estado compartiendo mesa y pancarta con ZP y Rubalcaba y otros líderes socialdemócratas; su convocatoria responde de una forma deformada a un descontento real, tanto en las bases de trabajadores sindicados, como en aquellos que no lo están
Luchar es necesario: los avances logrados por los trabajadores en salarios, servicios sociales, pensiones etc., históricamente, no han sido regalados por gobiernos o los empresarios benevolentes, sino que nuestra clase tuvo que luchar por ellos. Y la única manera para la clase trabajadora de defender estos logros es a través de la lucha colectiva democrática y unificada. Y en esta ocasión en que vivimos un ataque sin precedentes no podemos renunciar a la lucha, aún dentro del marco muy limitado planteado por los sindicatos y buscando su superación.

Los sindicatos, su política y sus limitaciones

Todos los trabajadores: sindicalistas o no sindicalistas tenemos los mismos intereses históricos. La pertenencia a un sindicato no determina si eres o no un miembro de la clase obrera. Los trabajadores somos una unidad económica, ya que trabajamos por un salario. Nos vemos obligados a vender nuestras energías físicas y mentales y en el proceso somos explotados, en la medida en que producimos una mayor cantidad de la riqueza de la que recibimos.

Los sindicatos como organización vienen funcionando en los países desarrollados cerca de doscientos años. En un primer momento fueron prohibidos por los gobiernos de la burguesía (incluso la más “liberal”), por ser supuestamente una coacción a la libertad económica del “ciudadano empresario”. Progresivamente la burguesía tuvo que ir aceptando su existencia más o menos a regañadientes. No se puede negar que la lucha por reivindicaciones económicas ha podido aumentar los estándares de vida de la clase obrera, en aquellos periodos en que el crecimiento económico le permitía a la burguesía hacer concesiones. Pero no han podido evitar la tendencia general, tanto a nivel nacional, europeo o de todos países desarrollados desde la crisis del 73 a reducir las condiciones laborales de los trabajadores, ni a evitar la lacra del paro, que es una de las armas más maquiavélicas de coacción y de división de la burguesía dentro de la clase obrera. Y menos todavía ahora en esta crisis donde la voluntad estratégica de reducción de costes de la burguesía es una política que admite pocas fisuras.

Las empresas privadas capitalistas a las nacionalizadas de ‘Capitalismo de estado’ se fundamentan en la obtención de una ganancia y no puede sobrevivir mucho tiempo sin ella. Los sindicatos no pueden empujar los salarios hasta un nivel que impida la consecución de beneficios dentro de la lógica capitalista. Cuando las empresas están comercializando sus productos de manera rentable un sindicato puede aspirar a obtener concesiones amenazando con detener la producción e interrumpir el flujo de ganancias. Pero contra de una empresa a punto de quebrar, o durante una depresión general, cuando las empresas están reduciendo la producción, de pie, los trabajadores o cierres de fábricas enteras, la huelga, por si sola, sin perspectiva política es un arma roma. Por no hablar de los trabajadores de servicios sociales como la sanidad o la educación, caso en el que la huelga puede redundar en el perjuicio al usuario, intentando la prensa oficial incitar a la división.

Los sindicatos, luchando las mismas antiguas batallas una y otra vez, no ofrecen una manera de salir del callejón sin salida del capitalismo. No hay nada que los sindicatos pueden hacer que altere sustancialmente el funcionamiento del capitalismo.

Históricamente, por otra parte, ha habido una tendencia de los sindicatos a integrarse en el aparato de Estado y tener empresas, compañías de seguros estar representados en consejos de administración, disponer de empleados asalariados etc. Eso es especialmente escandaloso en España en el caso de CC OO y UGT, que aparte de su baja afiliación están ganando una creciente desconfianza de capas de la misma clase trabajadora, especialmente jóvenes y parados que se sienten “como un cero a la izquierda” en relación con sus propuestas. Parte de este sentimiento se ha manifestado de forma clara en el movimiento de los ‘indignados’.

¿En qué medida los sindicatos modernos todavía pueden considerarse como organizaciones democráticas, en el sentido de estar dirigidos por y para los trabajadores? Que los sindicatospresten un servicio a sus miembros no se puede negar. Lo que es relevante en este contexto es el grado en que los sindicatos están a cargo de sus miembros. La mayoría de los sindicatos tienenconstituciones democráticas formales que establecen un amplio grado de participación de los miembros y el control democrático. En la práctica, sin embargo, estas disposiciones son a vecesineficaces y el control real de muchos sindicatos está en las manos de un bien afianzado liderazgoa tiempo completo (liberado), cuya mentalidad está bien lejos de la de trabajador común.

Son estos líderes los que a menudo colaboran con el Estado y los empresarios en la administración del capitalismo; que se involucran en el apoyo a los partidos políticos y los gobiernos que actúan contra los intereses de la clase obrera.

Pero sería un error cancelar a los sindicatos como organizaciones de lucha de la clase obrera. El sindicato tiende a convertirse en una institución, aparte de sus miembros, pero la política de esteaún está influenciada por las opiniones de sus miembros. A pesar de que los sindicatos se handesviado en ocasiones de esta función básica, pueden ser presionados por sus miembros en el cumplimiento de ello y por ello útiles para la clase obrera. Ellos proporcionan un mínimo deprotección frente a las presiones sobre los niveles salariales que siempre existen en el capitalismo.
 
No obstante, al tener los actuales sindicatos como programa la simple “mejora” de los salarios y no la abolición del sistema de esclavitud asalariada, no van al fondo del problema.

¿Cuál es la alternativa?

La única alternativa al sistema capitalista es el socialismo, en el que la producción será para el uso, no el beneficio, las personas tengan libre acceso a la riquezade acuerdo con las necesidades determinadas por ellas, no de acuerdo con su capacidad de pago, los miembros de la sociedad administran y autoorganizan democráticamente sus asuntoshumanamente, y no según la lógica de la reproducción del capital.
 
A diferencia de la lucha economicista de los sindicatos, la tarea de crear el socialismo es una lucha política, ya que implica la conquista poder político por la clase obrera. Los socialistas ponen gran énfasis en el hecho de que la nueva sociedad sólo se puede alcanzar con una mayoría de los trabajadores que entiendan y voluntariamente se adhieran a la misma. No puede ser conseguido por la insurrección minoritaria "en nombre de" la clase obrera o por líderes de cualquier tipo. El logro de la revolución - que simplemente significa la transferencia política de un sistema social a otro - debe ser el acto consciente de la clase obrera. No debemos ser líderes ni seguidores.

Es evidente que la sociedad socialista será totalmente diferente a la sociedad en que vivimos hoy en día. Socialismo no significa estados totalitarios de ‘Capitalismo de Estado’ (como la ex_URSS, China o Corea), la caridad, el reformismo (PSOE, Laborismo, IU..) o el “Estado de Bienestar”, el aventurerismo romántico de las barricadas. El socialismo será una sociedad mundial en el que los medios de vida son de todos, sin distinción de raza o sexo. Producción y distribución serán planificadas democráticamente, con el único propósito de proporcionar comodidad y la felicidad de los habitantes de la tierra. 

Con la fuerza de la comprensión del mundo que nos rodea, la motivación del deseo de un nuevo orden social, y los esfuerzos unidos de millones de conciencias de clase entre hombres y mujeres, no hay fuerza que pueda interponerse en el camino de la instauración del Socialismo.

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