1) El establecimiento de una sociedad basada en la propiedad colectiva de los medios de producción, de su control democrático en función de las necesidades de la población; una sociedad sin explotación, sin clases, ni fronteras; no es uno de los retos más nobles y audaces que se puede plantear la humanidad, es una necesidad para muchos de los que enfrentan los avatares del presente sistema. Esta sociedad se ha venido allamar comúnmente Socialista o Comunista, sin hacer un fetiche de las denominaciones: otros autores han hablado de sociedad Autónoma, Colectivismo, incluso de Anarquía.
Dicho proyecto socialista no puede ser nunca la “socialización de la pobreza”: es solo posible en un cierto nivel de desarrollo de la humanidad: depende en primera instancia del desarrollo de los medios de producción, transporte y comunicación al nivel al cual el suministro de las necesidades humanas básicas (alimento, vestido, vivienda, cultura, salud...) puedan ser para toda la población. El capitalismo sentó las bases materiales para dicha transformación, pero solo mediante la abolición consciente de sus bases, del corsé material e intelectual que crean sus relaciones de producción puede hacerse realidad la nueva sociedad.
Por supuesto, la realización de este proyecto solo puede ser desde una perspectiva internacional e internacionalista, una auténtica Comunidad Humana Mundial. No es posible la creación de “islas de socialismo” en un entorno capitalista hostil aunque si la unión de los trabajadores y todos aquellos seres humanos que están por una transformación socialista de la sociedad para estudiar y concretar el camino hacia esta y actuar en este sentido.
2) Bajo el capitalismo las relaciones de producción chocan constantemente y progresivamente, con el desarrollo de la tecnología y la productividad instauradas en su seno. La gran contradicción que afronta la humanidad es el tremendo desfase entre el colosal avance científico y tecnológico que ha tenido lugar con el capitalismo (sobre todo) y los anteriores modos de producción y los paupérrimos avances en la dirección de una sociedad medianamente “humana”: el objetivo del capital no es satisfacer las necesidades de las personas, sino su auto-reproducción: la consecución de beneficios.
Así asistimos a contrasentidos tales como que existan hambrunas, mientras la productividad potencial de la agricultura es máxima, cuando no presenciamos directamente la destrucción de productos agrícolas por no ser "rentables". O asistimos a periódicas crisis de superproducción relativa, así como al asentamiento de problemas endémicos, incluso en el mismo corazón del sistema, como el paro crónico, el mantenimiento de bolsas de pobreza…, fenómenos materiales que a su vez fundamentan un malestar moral, cultural y psíquico.
3) A esta problemática se suman las guerras, de enorme potencial destructivo, en que ha implicado el sistema a la humanidad, especialmente en su última fase imperialista, hasta el punto de que el riesgo de un holocausto nuclear global se ha convertido en una amenaza posible física y técnicamente: el arsenal nuclear acumuladoes todavía lo bastante potente como para acabar con la humanidad varias veces. Por no hablar del deterioro ecológico del planeta provocado por un crecimiento ciego, basado únicamente en el beneficio del capital: de forma racional se ha planteado la existencia de límites ecológicos al crecimiento en la Tierra, aunque no sepamos con precisión donde residen, amenazas como el cambio climático, la desertización de amplios territorios, la extinción acelerada de especies son algo más que una mera especulación.
El mantenimiento de tamaños despropósitos constituye un escándalo para la razón mínimamente crítica, aunque su resolución requiere de un sujeto activo y consciente.
4) El sujeto revolucionario de la transformación socialista de la sociedad es la clase obrera internacional; que a su vez puede unificar a las capas no explotadoras de la humanidad. La clase obrera consciente no actúa por un simple corporativismo “obrerista”, sus intereses objetivos y su situación en el sistema productivo le convierten en la vanguardia de la nueva humanidad auto-superada Por otra parte, independientemente de su origen de clase, existen los revolucionarios, los socialistas que toman partido consciente por este proyecto.
Para acabar con la explotación esta deberá tomar el poder, iniciando una transición hacia el socialismo, y utilizar este poder para evitar que las antiguas clases poseedoras reinstauren el viejo sistema. Este poder pensamos que estará basado en los Consejos Obreros, que es la forma más avanzada de expresión de toda la clase en conjunto. No obstante, nada de esto es posible sin una conciencia socialista por parte del proletariado.
5) El desarrollo de esta conciencia socialista ha significado históricamente la constitución en el seno de la clase de sus organizaciones políticas. Reivindicamos, no de forma acrítica, la aportación al movimiento obrero y al socialismo de Liga de los Comunistas (1847-52) la I Internacional (AIT-1864-72), la II Internacional (1884-1914), la III Internacional (1919-28) y de las corrientes que se opusieron en su seno a su degeneración: la Oposición de Izquierdas y en especial las Izquierda Comunistas Germano-Holandesa e Italiana. También reivindicamos la aportación del“imposibilismo” que advirtió contra el avance de las políticas oportunista en el seno de la II Internacional, antes de su definitiva degeneración: la Liga Socialista, el Partido Socialista de Gran Bretaña (SPGB) y el de Canadá y su Movimiento Socialista Mundial, así como el “De Leonismo” del Socialist Labour Party de USA y de Gran Bretaña. También reivindicamos compromiso militante del anarquismo internacionalista y del sindicalismo revolucionario (IWW, primera CNT).
Sin querer hacer de esta línea histórica una suerte de legitimismo, ni de línea infalible, ni acrítica: todas las experiencias históricas y aportaciones contrastables y que puedan suponer un avance en la conciencia del movimiento son bienvenidas.No se trata de valerse de ciertos precedentes políticos para demandar adhesiones a las soluciones concretas. Por el contrario, se invita a los revolucionarios a someter al contraste de las posiciones políticas respecto de laexperiencia y estudio del mundo real y su relación con el proyecto histórico compartido.
La expresión coherente de las organizaciones políticas en el seno del proletariado es a nivel internacional. Además aceptando la pluralidad de lecturas compatibles con un método científico de análisis pensamos que es concebible la coexistencia de varias de ellas, incluso en una situación revolucionaria. No obstante, la voluntad de unidad y la eficacia aconseja la mayor unidad posible, siempre en base a acuerdos reales, lo cual se traduciría en un Partido Revolucionario internacional, compatible con el pluralismo, y la libertad de debate y de indagación científica interna.
6) La organización o las organizaciones políticas revolucionariasson grupos de vanguardia, factores activos del proceso de generalización dela conciencia de clase en su seno. Su función no consiste ni en «organizar a la clase obrera», ni en «tomar el poder» en su nombre. No obstante, su significación es cualitativa para desarrollar una conciencia socialista en el seno de la clase, de forma que esta supere la simple consciencia reformista. De esta forma se produce un fenómeno de retroalimentación en que la organización se actualiza a través de la experiencia cotidiana de la clase; esta conecta con la experiencia histórica de su propia lucha y el programa socialista que incluye conocimientos y análisis de la realidad de una complejidad y elaboración que no son actualizables de una forma simplemente espontánea o democrática.
7) Sin dejar de reconocer el papel de los “socialistas utópicos” (Owen, Fourier, Saint-Simon, los cristianos primitivos, etc.) o del socialismo voluntarista post-revolución Francesa (del estilo de Babeuf) o Inglesa (Diggers y Levellers) firmamos la necesidad de un SOCIALISMO CIENTÍFICO. Esto significa: no basado en unos meros ideales abstractos sino en las contradicciones y potencialidades que se generan en la sociedad real, dividida en clases en oposición mutua. Dicho Socialismo debe anclar sus fundamentos en una teoría sólida con base científica. Pensamos que dicho proyecto debería reivindicar el método y el proyecto de Carlos Marx y Friedrich Engels, que deben ser tomados no como superhombres o profetas sino como punto de partida de un proyecto histórico, que se debe desenvolver, crecer, fundamentándose en la crítica y la práctica transformadora; aprendiendo de sus logros y de sus errores.
También queremos clarificar lo que entendemos por Socialismo Científico: un proyecto basado en el estudio científico de la realidad como base de un proyecto; la elaboración de teorías, modelos y su discusión y contrastación crítica con la experiencia. Esto supone que cualquier elaboración, provisionalmente adoptada, puede ser sometido a una posterior crítica e impugnación, total o parcial, siempre que exista la evidencia suficiente y el consenso necesario; en coherencia con el método científico. Por el contrario, lo que NO significa, en ningún caso que las posiciones adoptadas por un teórico, líder o partido, incluso siendo reivindicados sean de por sí “científicas” y en consecuencia “sean una verdad incuestionable” incluso en relación a cualquier declaración o cita bibliográfica
8) La clase obrera consciente y el socialismo solo pueden ser internacionales e internacionalistas, en cuanto a marco de lucha y en cuento a conciencia y perspectiva histórica. No hay lugar para nacionalismos "marxistas" o "de izquierdas" (a menos que nos refiramos a la "izquierda del capital"): esta pretensión es una burda caricatura de sello estalinista o "neo-proudhoniano".
El nacionalismo es la ideología desarrollada por la burguesía para unificación del mercado y la construcción de un estado nacionales fuertes. En ciertos momentos (S XIX) los revolucionarios defendieron críticamente proyectos de unificación nacional, en cuanto suponían una superación de las estructuras feudales y un avance en un sentido democrático-burgués que podía ser aprovechado por el proletariado. En todo caso, fue siempre una cuestión estratégica y el requisito era la total independencia política del proletariado;en la época de capitalismo imperialista global, está posibilidad totalmente superada.
El nacionalismo es la ideología desarrollada por la burguesía para unificación del mercado y la construcción de un estado nacionales fuertes. En ciertos momentos (S XIX) los revolucionarios defendieron críticamente proyectos de unificación nacional, en cuanto suponían una superación de las estructuras feudales y un avance en un sentido democrático-burgués que podía ser aprovechado por el proletariado. En todo caso, fue siempre una cuestión estratégica y el requisito era la total independencia política del proletariado;en la época de capitalismo imperialista global, está posibilidad totalmente superada.
9) Los países llamados “socialistas” (en realidad estalinistas) como la URSS, Cuba, China, Corea del Norte, Vietnam, los países del Este, no han sido sino la expresión de una forma particular de Capitalismo de Estado. El “marxismo” utilizado como justificación de tales estados no es sino una falsificación del verdadero método de Marx y Engels. Uno de los elementos fundamentales de esa tergiversación es la transformación de este en una vulgata, en una serie de recetas y consignas transformadas en un dogma, una ideología o religión de estado, antagónica del método científico y dialéctico del programa revolucionario, como medio de justificar una sociedad de dominación de clase.
10) Las consecuencias de la contrarrevolución estalinista suponen un gran lastre no solo humano y material, sino político, teórico y psicológico para el Movimiento Obrero y el Socialismo.A las minorías oposicionistas les corresponde el mérito histórico de “salvar el honor del proletariado” de mantener el “hilo rojo” del programa revolucionario. No obstante, no han sido capaces de salir del estado minoritario, incluso asimilarse en número a organizaciones “izquierdistas” vulgares. No se ha podido conectar a la mayoría clase obrera con su teoría revolucionaria, ni perfeccionar esta última al nivel de las apremiantes necesidades contemporáneas. No se ha podido superar en los hechos el lastre histórico de la contrarrevolución.
11) Cualquier sociedad de clase está basada en la coerción física y la manipulación ideológica y moral, es decir en la violencia más o menos explícita. El proletariado y sus aliados naturales basan su fuerza en la conciencia, en la solidaridad y en el convencimiento de representar el futuro, es decir una fuerza física y además moral. Con una clase de proletarios conscientes todo el entramado del poder caería como un castillo de naipes.
No somos pacifistas ni ingenuos, pero preferimos la utilización del concepto de fuerza de la clase al de “violencia”, que no deja de tener connotaciones negativas, no solo por la hipocresía moral de la burguesía sino por la propia experiencia histórica. La utilización de medidas expeditivas en la historia de la revolución proletaria (Comuna de París, Rusia de los Soviets,…) están más en relación con sus elementos de debilidad, aislamiento y/o inmedurez que con su proyección histórica en el camino de lucha por la emancipación social. Denunciamos a priori conceptos como “terror rojo” o “revolucionario” o instituciones como una Cheka sin control de la clase y con autonomía y bula para interferir en los asuntos del proletariado. Denunciamos la represión de Kronstadt y toda forma de imposición violenta en el seno del proletariado.
Por supuesto, denunciamos el terrorismo como un método de lucha ajeno a la clase obrera. En un nivel determinado puede haber significado la expresión inmadura de la indignación o desesperación de individuos o pequeños grupos de trabajadores contra la brutalidad del sistema; lo cual siempre se ha vuelto en su contra y ha sido utilizado por este. Llegado a un nivel de organización ha supuesto la expresión de intereses de grupos desclasados y/o utilizados de forma más o menos clara por sectores de la burguesía en pugna
12) Para su superación definitiva no basta con luchas masivas o acciones espontaneas de la clase obrera, sino que es necesario un contraataque teórico y político de gran envergadura. La auténtica dominación de clase no se basa solo en la coerción, sino en la aceptación de los dominados del marco ideológico preponderante y el esclarecimiento de dichos mecanismos requiere de una clarificación profunda.
Las minorías revolucionarias han hecho una labor histórica en el sentido de reivindicar el programa de clase y de estudio del proceso de degeneración de Octubre, así como de la Segunda y la Tercera Internacional. No obstante, desde la fecha la ciencia y la filosofía académicas (es decir burguesas) han registrado un progreso espectacular. El proletariado consciente, a fin de desarrollar la ciencia socialista debe abordar críticamente estos nuevos desarrollos, lo cual no solo implica el elemento dialéctico negativo, sino el de síntesis: la recuperación para el interés del proletariado lo mejor de estas contribuciones, tanto a nivel de las Ciencias Naturales, como de las mucho más problemáticas de las Sociales o de la Filosofía.Tomamos como modelo,la crítica marxista del hegelianismo y su rescate del elemento dialéctico o la elaboración de Pannekoeek respecto a los filósofos empirio-criticistas. El mundo del psicoanálisis, del análisis del lenguaje y de la sociedad como sistema y discurso de elevada complejidad; son retos teóricos que no cabe despachar con un altivo desprecio.
13) La Comuna de París de 1871 fue el primer intento del proletariado para llevar a cabo la revolución, en una época en la que las condiciones no estaban todavía dadas para ella, además de quedar aislada en una sola ciudad. Pensamos que la Revolución de octubrede 1917 en Rusia y la oleada revolucionaria mundial que la siguió el momento más avanzado hasta la fecha en la lucha revolucionaria de la clase obrera. No obstante, el aislamiento de la revolución en un solo país, condenó a la revolución a su degeneración. Si la Comuna de París quedó aislada en una sola ciudad, la Comuna Soviética quedó aislada en un solo país, no obstante, la derrota de la últimatomo la forma de una degeneración interna, manteniéndose la fraseología “marxista”.
Sin embargo, no hay que convertir la revolución de Octubre en un fetiche, ni tampoco la política del Partido Bolchevique previa a la contrarrevolución estalinista. Muchas de las actuaciones políticas concretas del partido bolchevique facilitaron objetivamente el proceso (sean consideradas errores, sean vistas como fruto de influencia ideológicas ajenas al proletariado). El estudio de estas contradicciones deben ser lecciones de cara al futuro.
No obstante, consideramos la derrota de la oleada revolucionaria contemporánea a Octubre no solo como fruto de la represión de la burguesía internacional, sino como una consecuencia de la inmadurez efectiva del movimiento de la clase obrera, expresada en el plano político y organizativa: los jóvenes partidos comunistas, en general, tuvieron una influencia limitada en el seno de la clase; mientras que la social-democracia chovinista travestida siguió teniendo una influencia ideológica y organizativa muy relevante en el seno de la clase. Sin querer arrogarnos la certidumbre, en la línea del “imposibilismo”nos cuestionamos que en esta oleada revolucionaria hubiese una mayoría de trabajadores comprometidos conscientemente con el programa de transformación socialista de la sociedad. Este trágico sesgo histórico no podía ser resuelto a través de atajos insurreccionales, sino a través de una auténtica confrontación política a todos los niveles. La perspectiva histórica nos da el privilegio y también la responsabilidad de sacar las lecciones para el futuro.
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